Arqueología Marítima. Las humanidades en la profundidad marina

  • La arqueología marítima es esencialmente el estudio de las culturas marítimas de las poblaciones del pasado
  • El reto de la arqueología marina es la preservación de una gran cantidad de restos arqueológicos sumergidos que, desgraciadamente, están siendo saqueados
  • Hace falta en México la creación de una tradición de investigación en arqueología marítima, que se preocupe por el mundo de las ideas acerca del pasado y de la cultura marítima

Autor: Antonio Sierra e Isai Monterrubio

Las humanidades conviven entre nosotros, incluso hasta debajo de nuestra superficie terrestre, adentrándose entre las profundidades del mar. Para el estudio y el posterior análisis y explicación de los fenómenos que habitan en los litorales y cerca de ellos, está la antropología, a través de la arqueología marítima.

El investigador Jorge Herrera, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, en entrevista con la Dirección General de Divulgación de las Humanidades (DGDH), explicó más acerca de su labor como arqueólogo marino.

Para él la arqueología es la más científica de las humanidades y la más humana de las ciencias. En ese contexto, tener una ciencia humanística que se preocupe, no solamente de investigar el pasado de la humanidad, sino todo lo que tiene que ver con las emociones: el entusiasmo, los dolores, las angustias, las alegrías, el cómo la gente comprendía el mundo, en la bonanza o en la tragedia. Todo eso es posible a través de la arqueología, que es hermana de muchas otras disciplinas, como la historia o la etnohistoria; también de áreas más científicas, como la geología, la física y la química.

¿Qué entendemos por arqueología marítima?

Jorge Herrera (JH): La arqueología marítima es esencialmente el estudio de las culturas marítimas. Los aspectos de la cultura marítima de las poblaciones del pasado. A la arqueología marítima a veces se le confunde con otras que no están bien definidas, como la arqueología subacuática.

Mucha gente piensa que el arqueólogo marítimo se pone un tanque de buceo. Y sí nos lo ponemos y definitivamente es la parte más divertida de nuestra profesión, pero a la arqueología marítima no la define un tanque de buceo; la definen las preguntas científicas, las teorías y los métodos que utilizamos para poder reconstruir el espíritu marítimo de la humanidad en el pasado.

Los sitios arqueológicos que investigamos pueden ser un naufragio, un puerto de la antigüedad que están bajo las aguas, puede ser una villa sumergida, puede ser un puerto o puede ser un sitio arqueológico en tierra que tenga relación con la costa, con el mar, con un río, con un lago, pero que no esté sumergido. Lo que nos define es tratar de comprender cuáles son esas características de la cultura marítima de la humanidad en el pasado y cómo diferentes grupos humanos en diferentes áreas, en diferentes tiempos han enfrentado esos cambios con los que normalmente se enfrenta la humanidad.

¿Cómo hace las investigaciones?

JH: Es una actividad sumamente entretenida, fascinante y que no te da descanso. Es un mundo decaedro, con muchas caras y cada una es tan apasionante como la otra. Esencialmente partimos de una pregunta que tiene que ver con algún rasgo de la cultura marítima de alguna sociedad en un tiempo específico del pasado. A partir de esa pregunta nos planteamos cuál es la mejor manera de responderla.

A veces se puede iniciar en un archivo histórico donde encontraremos información por escrito de un puerto que nos interesa o de una embarcación. En otras ocasiones puede ser en sentido contrario: saber que existe un sitio arqueológico con alto poder explicativo o estar realizando un recorrido en algún sector de la costa, mar afuera, tierra adentro que nos interese y ver cuál es el universo arqueológico de esa área. Entonces, a veces estamos en un archivo histórico haciendo paleografía. A veces estamos mar afuera haciendo geofísica marina, se mezcla tanto la parte de la historia como de las ciencias tradicionales.

Cuando hacemos la parte de trabajo en el mar, en ríos o lagunas, estamos a bordo de una embarcación; entonces también nos implica saber maniobrar una embarcación, ser buenos buzos, expertos, porque no solo va nuestra seguridad en ello, sino también la eficiencia de nuestro trabajo bajo el agua.

Hay ocasiones en las que trabajamos con magnetometría que nos permite leer el campo magnético terrestre y ver sus pequeñas variaciones magnéticas que nos indican que allí hay algo diferente, algo que tiene un contenido diferente del resto del espacio que lo está rodeando y cuando bajamos al agua lo que encontramos son restos de actividad humana expresados en objetos metálicos. La mayor parte son cosas que se transportaban en el mar, tanto carga como anclas, cañones o el barco mismo.

Allí surge la parte muy humana de la emoción en nuestro trabajo, pues después de estar meses en los archivos y meses diseñando el sistema de geofísica y poniéndolo a punto, vas al mar, haces el recorrido, encuentras las señales adecuadas, y finalmente te pones el tanque de buceo y bajas y encuentras un naufragio.

Es un momento de mucho contraste humano, porque por un lado te da una enorme alegría, ya que sabes que hiciste bien tu trabajo y encontraste el barco que estabas buscando; pero también es un golpe de infelicidad humana porque sabemos que un naufragio implica, en la mayor de las veces, una de las muertes más terribles que puede experimentar una persona, y muchas veces son cientos de personas las que murieron de esa forma.

Jorge Herrera es doctor en Arqueología Marítima por la Universidad de Southampton, Inglaterra. Sus campos de estudio abarcan las áreas de la arqueología marítima, histórica, del conflicto, así como la geofísica marina, geo-arqueología marítima y la teoría arqueológica. Recientemente publicó “La memoria anfibia: Arqueología marítima de la guerra entre México y los Estados Unidos, 1846-1848”, en el libro Arqueología en campos de batalla. América Latina en perspectiva(2020). Sobre esa investigación narró parte de su experiencia para HumanidadEs Comunidad.

¿Qué piensa y siente el investigador al sumergirse y encontrar símbolos que rompen con los mitos?

JH: Estupor. La primera sensación es estupor, porque uno se da cuenta de que esa guerra terrible que cambia la historia de los dos países, en varias ocasiones, la balanza pudo inclinarse de manera diferente. Yo no sé si México, si se hubieran dado todos estos momentos en los que México pudo haber cambiado la balanza, tanto en las batallas en tierra, como las batallas en mar, si estas pequeñas diferencias se hubieran conjugado, hubiera ganado la guerra; pero sí sé que se hubiera prolongado lo suficiente como para que la presión que ya existía en el Congreso de los Estados Unidos para detener la guerra por el gigantesco costo económico y humano que les estaba acarreando, pudo haber llevado a un armisticio que no habría resultado en la terrible pérdida del territorio que tuvimos.

Y te digo, es estupor y es emoción porque es traer a la memoria activa, a la memoria del presente, los nombres de mucha gente que pasó desapercibida por la historia. Es normal. En las grandes guerras, a quien se recuerda es al comandante, al general, al almirante, al comodoro. Nos preocupamos, sí claro, por ellos, que finalmente son los que toman las grandes decisiones, pero mucho de lo que hacemos es un intento por rescatar la memoria, la imagen y la importancia del soldado común, del marinero común.

Finalmente son personas que están cumpliendo con una orden que les da alguien más, pero que ellos, en su imaginario, están defendiendo lo que creen que es justo para su país. Lo haya sido o no, pero eso es lo que ellos creen. Y se necesita mucho valor, y mucha resistencia física y mucha entereza para hacerlo.

¿Cuál es el reto de la arqueología marina?

JH: Te lo respondería en dos niveles. El reto de la arqueología en general a nivel mundial, y en México. A nivel global es la preservación de una gran cantidad de restos arqueológicos sumergidos que, desgraciadamente, están siendo saqueados por gente que cree que, por saber ponerse un equipo de buceo o tener un equipo sofisticado, hace lo mismo que un arqueólogo.

Se trata de personas sin preparación alguna, sacan rascando, como si fueran un perro buscando un hueso, destruyendo una gran cantidad de información, destruyendo el sitio mismo en la búsqueda de un objeto que puedan vender en una casa de subasta. Un objeto que para nosotros no representa en absoluto el valor de la información que lo rodea. Entonces, ese es un reto importante en la arqueología mundial: la preservación y el estudio de los sitios.

Por otro lado, en México el reto es, además del anterior, la creación de una tradición de investigación en arqueología marítima, que se preocupe por las cosas que verdaderamente son importantes. Es decir, la investigación en el mundo de las ideas acerca del pasado y de la cultura marítima. No la generación de una arqueología marítima per se, porque es divertido. Sí, la arqueología marítima es deliciosamente entretenida y apasionante, pero lo importante es el rescate de esos aspectos marítimos de las culturas del pasado, independientemente de donde estén.

Buena parte de mi reto personal es crear, a través de la hermosa posibilidad de pertenecer a la UNAM, un grupo de investigación, una tradición de investigación, y una infraestructura que le permita a mis alumnos, continuar con esta línea de investigación en el futuro por muchas décadas, e investigar un país que, en términos de sus recursos arqueológicos marítimos es tan rico, como lo es en término de sus recursos arqueológicos terrestres.

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