Literatura indigenista peruana

  • La obra de Ciro Alegría refleja su preocupación por los problemas del campo, del mundo rural e incorpora el habla popular andina que conocía bien
  • José María Arguedas luchó contra el “indigenismo” que presentaba una literatura artificial, falsa, con indios caricaturizados ya que sus autores, a ojos de él, estaban totalmente distantes del mundo indígena

Autor: Eduardo Hori Cicero

Ciro Alegría
Eduardo Hori Cicero es Actuario por la Universidad Anáhuac en donde actualmente se encuentra cursando el Diplomado Literatura Latinoamericana del Siglo XX. Ha colaborado en empresas multinacionales en administración de riesgos y la consultoría en beneficios para empleados. Sus grandes pasiones son su familia, la Literatura y las Matemáticas.

Leer la novela El mundo es ancho y ajeno (1941) de Ciro Alegría (Perú, 1909-1967) fue una experiencia muy conmovedora tanto en el aspecto literario como en el ser latinoamericano y redescubrir puntos de encuentro con otra nación hermana. Por ello decidí aprender un poco más acerca de la Literatura Indigenista del Perú.

Aun cuando la conocidísima cultura Inca (1,400 d.C.) fue la civilización más importante de Sudamérica y con la que mejor identificamos al Perú, le anteceden muchas otras culturas precolombinas como la Chimú, la Wari, Chachapoyas, Nascas, Tiahuanaco, entre otras. En el Censo Nacional de Población más reciente (2017) se identificaron alrededor de 55 pueblos indígenas y 47 idiomas distintos. Alrededor de cuatro millones de personas (Perú tiene una población total de aproximadamente 33 millones) indicaron que hablaban un idioma indígena y cerca de seis millones respondieron que se identificaban como de algún grupo indígena.

Indígenas peruanos

En su historia, se arraigó un sincretismo, por la mezcla de las creencias andinas con las enseñanzas cristianas de los conquistadores. Y a esto se le suma la considerable población negra traída por los españoles en la conformación de un tejido social muy heterogéneo. Las décadas siguientes a su independencia fueron muy accidentadas socialmente por los regímenes caudillistas, el arribo de inmigrantes europeos, chinos y japoneses para apoyar las industrias crecientes en el país, y la llegada del primer régimen civil.

Después de la guerra con Bolivia y Chile, hubo un periodo llamado “La República Aristocrática” – sobra explicar qué significó esto para la desigualdad y sobre todo para los pueblos indígenas. Al igual que nuestro querido México, los pueblos indígenas en el Perú han sufrido de una marginación que inicia en los tiempos de la conquista, se mantiene en los movimientos independistas criollos y se acentúa en los procesos de “modernización” y auge económico del sector empresarial.

En el aspecto literario, es justamente una autora peruana, Clorinda Matto de Turner (1852-1909) con su obra Aves sin nido(1889), quien es considerada por muchos la precursora de la novela indigenista latinoamericana. Si bien hay varias opiniones que esta obra es más cercana al romanticismo y que la tachan hasta de melodramática (historia amorosa-incestuosa de dos hermanos, hijos ilegítimos del mismo padre, un cura), pues es cierto que expone los vicios de una sociedad que marginaliza a su población indígena, pero que, se argumenta hace uso de estereotipos muy marcados para desarrollar el hilo narrativo.

José María Arguedas

Otro autor peruano que corrió con suerte similar, al crear cierta polémica en cuanto a su aporte a la corriente indigenista, fue Enrique López Albújar (1872-1966) con sus Cuentos andinos (1920). Autores peruanos posteriores como José María Arguedas (no confundir con el escritor boliviano, también indigenista, Alcides Arguedas) y Mario Vargas Llosa acusan a la obra de López Albújar de no estar basada en un conocimiento cercano y de representar, en su mayoría aspectos negativos (hasta violentos) de los personajes indígenas.

Sin embargo, estudiosos de la obra de López Albújar, explican esto. Estuardo Cornejo comenta “La casi totalidad de la literatura de López Albújar es enteramente vivencial; hay en su prosa muy poco de elaboración exclusivamente cerebral” (Estuardo, 1960); y Escajadillo añade que “Volvemos a constatar que la cercanía o la plasmación de la ‘realidad’ (del “‘mundo total’ del habitante andino”) es la magnitud con la que se miden los relatos de López Albújar” (Escajadillo, 1989). Por último, mencionamos que Vidal asevera: “lo cierto es que los relatos de López Albújar parten de una experiencia de la realidad, a la que accede por vía de la observación” (Vidal, 1987).

Esta última aseveración nos lleva a los dos autores considerados como los pilares de la novela indigenista peruana: Ciro Alegría (1909-1967) y José María Arguedas (1911-1969). Ambos con vivencias similares en su niñez en cuanto a ser hijos de hacendados, pero que convivieron íntimamente con los trabajadores y la servidumbre indígena de las haciendas de sus padres.

A Alegría lo influenciaron estas vivencias de su niñez y la educación liberal que le dieron sus padres. Tuvo una vida política y militante muy activa, incluso viviendo en el exilio durante muchos años y fue en el exilio que escribió y publicó sus trabajos más reconocidos. Entre sus novelas se pueden mencionar La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos(1939) y la que es considerada su obra maestra, El mundo es ancho y ajeno (1941). En su trabajo refleja su preocupación por los problemas del campo, del mundo rural. Incorpora el habla popular andina que conocía bien. Y sobre todo resalta la relación entre los pobladores indígenas y “La Ley”, es decir, las estructuras de sociedad y gobierno que se les impusieron (Tradición versus Modernidad). Mario Vargas Llosa la ha llamado “el punto de partida de la literatura narrativa moderna peruana”. Vargas Llosa adjudica la intemporalidad de la obra, a diferencia de otras que no han envejecido bien, a la creación de personajes que no son “meras entelequias folklóricas”.

La niñez de Arguedas fue todavía más marcada en cuanto a su afinidad a los criados indígenas con quienes su madrastra lo obligó a convivir al relegarlo a la cocina y a sus dormitorios. Él mismo comentaría “Mi madrastra me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios y decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí. Así viví muchos años. Los indios y especialmente las indias vieron en mí exactamente como si fuera uno de ellos, con la diferencia de que por ser blanco acaso necesitaba más consuelo que ellos y me lo dieron a manos llenas.”

El zorro de arriba y el zorro de abajo

Fue incluso traductor de la literatura quechua. Murió a consecuencia de un intento de suicidio en 1969. Entre sus obras destacan las novelas Yawar fiesta (1941), El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971) y El Sexto (1961). Su legado fue el de luchar contra el “indigenismo” que presentaba una literatura artificial, falsa, con indios caricaturizados ya que sus autores, a ojos de él, estaban totalmente distantes del mundo indígena.

Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa ha llegado a decir que entre sus autores favoritos no figuran peruanos, con una excepción, José María Arguedas, a quien le atribuye el rescate de la tradición andina. Y le atribuye la gran aportación de Arguedas a su condición de “haber tenido un pie en el mundo indígena y otro en el moderno”, o como escribiría el mismo Arguedas en su El zorro de arriba y el zorro de abajo, “Estoy luchando en un país de halcones y sapos desde que tenía cinco años”.

Es interesante conocer el desarrollo literario de los escritores peruanos de inicios del siglo XX y como, aun cuando se nota en ellos todavía un marcado estilo naturalista, la incorporación del misticismo indígena lo ayuda, casi de manera automática, a sentar las bases sobre las cuales se desarrollará más adelante el Realismo mágico latinoamericano.

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