Matilde Montoya LaFragua, la heroína de bata y bisturí

  • Recibió de manos del entonces presidente Porfirio Díaz su título de médico cirujana, la primera del país
  • Su vida y obra puso en alto la capacidad intelectual de las mujeres

Autor: Isai Monterrubio

Matilde Montoya. Tomada de México desconocido, www.mexicodesconocido.com.mx/matilde-montoya-primera-mujer-medico-mexicana.html, consultada el 8 de marzo de 2022.

En México hay 365 mil 980 personas reconocidas como médicos, de acuerdo con datos del periódico Excélsior. El 42 por ciento de esa cifra, son hombres; mientras que el 58 por ciento restante son mujeres. La pionera de todas ellas fue la doctora Matilde Petra Montoya LaFragua, ícono de la medicina en México y referente dentro del movimiento feminista.

Ser médico a finales del siglo XIX era una profesión de hombres, o como era concebido en aquella época, del sexo fuerte. De hecho, la educación impartida en universidades estaba destinda exclusivamente para los hombres, debido al machismo que imperaba en la población mexicana.

De acuerdo con Ana María Carrillo Farga, investigadora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, en esa época “se consideraba a la mujer como incapaz para estudiar una carrera, ya que el órgano directriz de la personalidad femenina era el útero. En cambio, el cerebro lo era de la personalidad masculina”.

Acta de examen profesional de Matilde Montoya, tomada de Carillo, Ana María, Matilde Montoya: primera médica mexicana, Premios DEMAC, México, 2002, p. 12.

Sin embargo, en 1882, esta concepción machista acerca de la mujer recibió un primer golpe, ya que Matilde Montoya LaFragua sería matriculada en la Escuela Nacional de Medicina, siendo la única mujer en los cursos y la primera en estudiar esta carrera.

La vida y obra de la doctora Matilde Montoya no solo tuvo relevancia dentro de los hospitales y el entorno médico, también insidió dentro de la sociedad, dando un paso firme para la reivindicación de la mujer en nuestro País.

Destellos de grandeza

En el siglo XIX las mujeres solamente tenían la opción de instruirse como parteras. Es así como Matilde Montoya inició su carrera dentro del área de la salud. Gracias a su destacado desempeño en ese oficio, hizo sus prácticas en la Casa de Maternidad, anteriormente ubicada en la calle de Revillagijedo, en la Ciudad de México, en donde se atendían principalmente a mujeres en condiciones de pobreza y madres solteras.

Gracias a su gran talento, desde muy joven, daba destellos de grandeza. Tanto fue así que médicos destacados de la época como Manuel Soriano y Manuel Gutiérrez, estuvieron siempre observando e instruyendo a Matilde en distintos ámbitos de la medicina, porque vieron “un gran potencial” en ella, así lo expuso Carrillo Farga, quien dictó una conferencia sobre Matilde Montoya en el Museo de la Mujer de la UNAM.

Revista El álbum de la mujer, en portada Matilde Montoya, tomada de Carillo, Ana María, Matilde Montoya: primera médica mexicana, Premios DEMAC, México, 2002, p. 17.

Un camino complejo

El doctor Francisco Ortega, quien entonces era director de la Escuela Nacional de Medicina, accedió a matricular a la postulante dentro de su curso, y fue así como en 1882, Montoya se convirtió en la primera mujer en México en estudiar la carrera de medicina.

A partir de ese año y hasta 1937, se graduaron 84 mujeres de médicos, de acuerdo con la investigación hecha por Ana Cecilia Rodríguez de Romo, del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la FM, y Gabriela Castañeda López, del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).

Pero su andar por las aulas, los hospitales y los institutos no fue fácil. Algunas actividades propias de la carrera como la disección de cuerpos, eran complejas de llevar a cabo para Matilde. Ejemplo de ello es que por manipular los cadáveres desnudos, principalmente de hombres, se le catalogó como “carente de pudor”, señaló Carrillo Farga.

No obstante, tuvo cierto apoyo y solidaridad, principalmente por parte de su madre, que en todo momento estuvo pendiente de sus avances en la academia; también de colegas doctores, quienes animaban y alentaban a Matilde, aunque muchos de ellos en anonimato. A estos últimos, se les denominó “los montoyos”, por su apoyo a quien sería la primera doctora de México.

El 24 de agosto de 1887, Matilde Montoya aplicó su examen técnico para graduarse de médica cirujana, recibiendo una aprobación unánime. Un día después aplicó su examen práctico en el anfiteatro, recbiendo una vez más aprobación total por parte del jurado.

Matilde Montoya LaFragua recibió de manos del entonces presidente Porfirio Díaz su título de médico cirujana, la primera del país, poniendo en alto la capacidad de las mujeres, y acertando un golpe al machismo de la época pre revolucionaria.

Anuncio del consultorio de Matilde Montoya en La mujer mexicana, tomada de Carillo, Ana María, Matilde Montoya: primera médica mexicana, Premios DEMAC, México, 2002, p. 38.

Revolucionaria social

Si bien se desconoce si Matilde Montoya tuvo una participación activa en algún bando dentro del conflicto revolucionario, se sabe que ella libró su propia revolución social. La doctora Montoya estuvo en servicio toda su vida, y atendía principalmente en dos consultorios: uno de paga, para quienes podían costear el precio de una salud, y otro gratuito, para aquellas mujeres desfavorecidas. Montoya fue combatiente contra la epidemia de tifoidea que azotó el país en 1915.

Además de ello, la doctora Montoya es un ícono dentro del movimiento feminista, pues fue de las primeras mujeres en cambiar la idea de que la universidad era exclusiva para hombres. Así como estuvo activa dentro del quirófano y el consultorio, lo estuvo frente al podium, pues, según lo dijo Ana María Carrillo Farga, “Matilde era una gran oradora”, como lo demostró en la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres, en 1923.

Matilde Montoya en la portada de Las hijas del Anáhuac, tomada de Carillo, Ana María, Matilde Montoya: primera médica mexicana, Premios DEMAC, México, 2002, p. 59.

Matilde Montoya fue parte de asociaciones femeninas como el Ateneo Mexicano de Mujeres y Las Hijas de Anáhuac. Su legado aún sigue vigente, pues en 1925 fundó la Asociación de Médicas Mexicanas junto a su colega Aurora Uribe, corporación que hoy en día sigue operando bajo el nombre de Asociación Nacional de Mujeres Médicas “Dra. Matilde P. Montoya”, en honor a la heroína mexicana de bata y bisturí.

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