Presencia de la Muerte en el cine mexicano. Muerte y asombros en «El escapulario»

  • Reseña general sobre la película El escapulario de 1968. Dirigida por Servando González, con fotografía de Gabriel Figueroa. Una madre convaleciente le cuenta a un sacerdote historias sobre sus hijos y un escapulario milagroso
  • Una película para adolescentes y adultos, quizá lenta en apariencia, pero bien que lo compensa y deja al espectador con mucho más de lo que se esperaba

Autor: Ermilo Mendoza (DGDH)

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Tal como historia en tres actos, El escapulario presenta al espectador con tres diferentes perspectivas: indiferencia, creencia y asombro. Tres historias entrelazadas al respecto de un inusitado personaje: el escapulario mismo. Porque sí, este empuja el avance de la trama y funge como interconexión entre escenas, personajes y subtramas.

¿Es entonces una película acerca de una pieza de joyería? En sentido estricto sentido lo es, pero como usualmente ocurre en el cine, el sentido estricto nunca es suficiente. Es también, y, sobre todo, referente a los eventos que rodean a la pieza y aquellos contenidos simbólicos que cargan.

Fotografía:  FilmAffinity.

Y a pesar de ser una representación narrativa de temas como la muerte, la familia y el honor; el filme no resulta complicado ni tedioso. Si bien el ritmo de la película puede parecer lento, para quienes acostumbran ver películas de acción o terror de sobresaltos (jumpscares), en este caso el ritmo de El escapulario se siente más que justificado. Es en realidad una película fácil de comprender y digerir para toda la familia, aunque bien habrá escenas en las películas que podrían resultar sensibles para los más pequeños.

A pesar de su desarrollo en actos, la película se integra bien, especialmente antes del clímax, este filme se sentirá como una antología de relatos. Aunque la situación termina por amarrar ya entrando al desenlace, cuando muchas sorpresas se revelan y muchas situaciones confusas de los minutos anteriores se esclarecen.

Fotograma de la cinta El escapulario

Una gran recomendación del Cine de Oro mexicano, una muestra de la cultura nacional en aquella época y un filme intrigante. Sirve bien para el espectador actual, acostumbrado a otro tipo de ritmos, esquemas narrativos y temas de fondo. Pero, no decepciona, asombra y cautiva; promueve lecciones que de cierto modo siguen vigentes hasta el día de hoy.

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