Recordar nos da identidad y conciencia de quienes somos. Entrevista con Eugenia Allier Montaño

  • El olvido y el recuerdo son las dos caras de la memoria
  • La violencia que hoy tenemos también tiene que ver con el olvido que hemos hecho de otras violencias

Autor: Octavio Olvera

Eugenia Allier Montaño

Eugenia Allier Montaño, es investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM. Ha tenido una formación interdisciplinaria. Paralelo a sus estudios en Psicología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), cursó la licenciatura en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de esta casa de estudios.

Posteriormente realizó una maestría en Psicoanálisis y otra en Historia. Esa formación de frontera la encaminó a centrar su interés en la historia del presente, la violencia y traumas sociales.

Sin embargo, anterior a su carrera académica, un suceso violento, traumático e inolvidable en la historia del México moderno, fue determinante para que Allier Montaño definiera su vocación: el Movimiento estudiantil de 1968.

Crédito fotografía: Shutterstock

“Empecé a estudiar la memoria porque mi madre siempre me hablaba del Movimiento estudiantil de 1968. Era una especie de mito familiar, de recuerdo familiar. Mi hermano se enfermó el 2 de octubre de 1968 —yo todavía no nacía— entonces mi madre decidió no ir a la manifestación del 2 de octubre en Tlatelolco, y ella siempre mencionaba que probablemente gracias a eso se salvó ella y mi hermano”.

La madre de la historiadora se enteró a detalle de lo sucedido en la Plaza de las Tres Culturas porque su mejor amiga, quien asistió a la manifestación, le narró las circunstancias de aquel crimen multitudinario.

Crédito fotografía: Coordinación de Humanidades

“Entonces mi madre me narraba todo eso a través de la memoria de su amiga. De alguna manera esos recuerdos siempre me impactaron: cómo la gente recuerda, cómo la gente transmite, y esa forma de transmitir el pasado es también una forma de compartir y de hacernos recordar quiénes somos”.

Olvido y memoria

Con su característica bonhomía, Eugenia Allier Montaño visitó la Casa de las Humanidades para conversar con ella sobre memoria colectiva, otro de sus objetos de constante estudio que la llevó a doctorarse en el École des Hautes Études en Sciences Sociales, en Francia.

La capacidad de recordar, tanto de manera individual como de manera colectiva, nos da identidad, nos permite saber quiénes somos y de dónde venimos, por ello es de gran importancia estudiar la memoria. No es de otro modo como podemos saber cómo se imaginan los seres humanos así mismos, de manera individual y colectiva, prologa así su reflexión la autora de Los usos políticos del pasado reciente en Uruguay.

Sin embargo, hace énfasis en el papel del olvido como parte fundamental de la memoria: “Los seres humanos tendemos a pensar que cuando decimos memoria nos estamos refiriendo exclusivamente al recuerdo, a nuestra capacidad de recordar lo que hemos vivido, pero en realidad quien dice memoria, dice también olvido. El olvido y el recuerdo son las dos caras de la memoria. No podemos recordar, si no tenemos la capacidad de olvidar”. 

Crédito fotografía: Coordinación de Humanidades

Y abunda: “El olvido también tiene distintas formas de expresarse. Algunos olvidos son necesarios. Si estuviéramos pensando lo que hicimos en el pasado, no viviríamos el presente. Pero también existen olvidos que, al contrario, nos lleva a una especie de dolor personal o de dolor social. ¿Qué sucede, por ejemplo, cuando ciertos lapsos del pasado de una sociedad son olvidados? Tendríamos entonces la dificultad de que podrían repetirse constantemente.

Uno de los episodios que Allier Montaño se ha empeñado en historizar su memoria, es el Movimiento del 68, mas no desde la perspectiva del pasado, sino desde los sucesivos presentes políticos y sociales, es decir, analiza la memoria del acontecimiento: quienes, cómo, en qué momento es conmemorado, y qué significa el movimiento estudiantil para la actual sociedad mexicana.

Bajo esa lupa, la historiadora ejemplifica el olvido social con la sobrada atención que se le presta al episodio de 1968: “Ha sido tan importante para la sociedad mexicana que de alguna manera eclipsó muchos de los movimientos posteriores, y mucho también de la violencia de Estado posterior que hubo en el país”. 

“Nos hemos centrado en el 2 de octubre —agrega—, que por supuesto es una temática muy importante y dolorosa; pero también es cierto que hizo que lo ocurrido en los años setenta y ochenta, con la llamada guerra sucia en contra del movimiento armado, en contra de la oposición ilegal y la oposición política, haya sido cubierto por un velo de olvido”.

Crédito fotografía: AHUNAM-IISUE

Violencia y deuda social

Para la también autora de 68, el movimiento que triunfó en el futuro, toda esa violencia de Estado que ha sido soslayada por la memoria colectiva, de alguna manera explica la barbarie que vive actualmente México: “La violencia que hoy tenemos, también tiene que ver con el olvido que hemos hecho de esas otras violencias”.

“Que tengamos 150 mil muertos y 80 mil desaparecidos, tiene que ver con un olvido de nuestro pasado reciente que no hemos discutido, y que es importante que recuperemos y que discutamos para saber quiénes somos, por qué hemos permitido esa violencia y por qué hoy seguimos permitiéndola”.

Eugenia Allier termina la entrevista con esta reflexión: “El movimiento del 68 es el último movimiento social que ha sido escrito en letras de oro en el muro del Palacio Legislativo, como aceptado ya por la mayoría de la sociedad. Sin embargo, que sea recordado y sea aceptado por toda la sociedad, no ha implicado que haya justicia respecto a ese pasado. Y una sociedad que no hace justicia en torno a ciertas responsabilidades, está en deuda con otros sectores de la sociedad”.

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Crédito fotografía: Coordinación de Humanidades

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