La libertad es fundamental para la actividad académica

“En los estudios sobre el conocimiento científico, casi todos están de acuerdo que hay ciertas condiciones amplias: libertad, paz y democracia que son conducentes al surgimiento de las ciencias sociales, su fortalecimiento y su institucionalización. Podemos ser un poco más específicos: la libertad de pensamiento es algo fundamental para las actividades de los académicos, la paz social, la ausencia de guerra: la democracia más ampliamente”.

Gerardo Munck durante su conferencia. Foto:Octavio Olvera.

Autor: Octavio Olvera.

Es el último día de actividades del Congreso Nacional de Ciencias Sociales organizado por el Consejo Mexicano de las Ciencias Sociales (COMECSO), Gerardo Munck, experto en Política comparada, profesor de Ciencias políticas y Relaciones internacionales de la Universidad del Sur de California (USC), fue el encargado de pronunciar la última conferencia magistral.

Munck es un agudo observador de los procesos políticos de América Latina. Su historia de vida, de alguna forma lo han llevado a ello. De origen argentino, joven aún, abandonó sus estudios en la Universidad de Buenos Aires (UBA) cuando en 1975 el general Jorge Rafael Videla tomó la presidencia de Argentina a través de la Junta Militar, iniciando un periodo dictatorial que culminó en 1983. 

“La experiencia formativa fue vivir una dictadura para luego pasar a un ambiente que me inclinó a reflexionar de dónde venía, al principio sobre Argentina y los regímenes militares. Uno al estar afuera piensa las cosas desde otra perspectiva”. 

Marchó entonces hacia el norte del continente. En la Universidad de New Hampshire (UNH), Canadá, hizo sus estudios de pregrado, donde una de sus primeras investigaciones fue en torno al caso de las Islas Malvinas. Atrapada ya su atención por América Latina, continuó su formación en Estudios latinoamericanos en las aulas de la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos; para después doctorarse en Ciencia política en la Universidad de California, San Diego (UCSD).

Sus estudios sobre política y Latinoamérica por los que es reconocido entre politólogos, latinoamericanistas e historiadores, se encuentran en títulos como Regímenes y democracia en América Latina (2007), La calidad de la democracia: Perspectivas desde América Latina (2013), Política y sociedad latinoamericana: un análisis comparativo e histórico (2022), y El pensamiento sociopolítico latinoamericano: Ciencias sociales e intelectuales en tiempos cambiantes (2023), entre otros.

Por todo ello fue grande la expectativa entre los asistentes que llenaron el Auditorio Pablo González Casanova del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, para escuchar su conferencia magistral “Las ciencias sociales y la democracia: dos miradas”.

Habló sobre la importancia de defender la libertad de los científicos sociales, del asedio que sufren las universidades por parte del Estado, la responsabilidad de la academia de participar en el debate público y sobre el riesgo de las democracias en América Latina. 

El académico y el contexto social

Sobre el primer tema, Munck expuso: “Cuando tomamos una mirada externalista, ponemos el foco en la idea de que los académicos, los intelectuales son miembros de una sociedad. Las universidades son instituciones dentro de una sociedad y todo ese contexto social afecta a la producción académica; o sea, las ideas nunca están separadas del contexto social”.

Aún más, acentuó que, bajo ese escenario, la mayoría de los países viven en democracia, con sus bondades y sus defectos, pero que inciden en el quehacer de las personas que están pensando, educan y escriben en las universidades.

“En los estudios sobre el conocimiento científico, casi todos están de acuerdo que hay ciertas condiciones amplias: libertad, paz y democracia que son conducentes al surgimiento de las ciencias sociales, su fortalecimiento y su institucionalización. Podemos ser un poco más específicos: la libertad de pensamiento es algo fundamental para las actividades de los académicos, la paz social, la ausencia de guerra: la democracia más ampliamente”.

En el proceso histórico de la segunda mitad del siglo XX, en América Latina esas condiciones estaban lejos de ser las ideales. Durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, sobre todo en el centro y sur del continente, surgieron regímenes dictatoriales que impidieron el desarrollo de estudios sociales. Muchos académicos salieron exiliados. En condiciones más pacíficas, México acogió entonces a muchos migrantes que hicieron su vida intelectual en las principales instituciones académicas del país. En comparación con aquella época, en la actualidad existen un mejor escenario para los científicos sociales.

Pero Munck también destacó un factor indispensable para los pensadores de los fenómenos políticos y sociales, que es el acceso a los instrumentos de conocimiento. En ese sentido, las condiciones actuales también han mejorado bastante. La tecnología ha coadyuvado de manera notable a ello. El open access, por ejemplo, es una herramienta fundamental para los estudiantes e investigadores de hoy.

«Aprendo de América Latina, aprendo cuando vengo de viaje, escucho a su gente»: Gerardo Munck. Foto: Octavio Olvera.

El apoyo público a la investigación

Los estudios teóricos sobre América Latina de Gerardo Munck se han complementado con el acercamiento constante a su geografía en continuos viajes, ya por compromisos académicos o ya por su participación en organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de los Estados Americanos (OEA), entreo otros.

“Yo diría que aprendo de América Latina, aprendo cuando vengo de viaje, escucho a su gente, leo opiniones cercanas que realmente tienen pensamientos más orientados, más productivos. Lo que yo aprendo básicamente de Estados Unidos es la metodología y la introducción a un entrenamiento en herramientas que me sirven para ser más riguroso en mi trabajo”, declaró en 2014 para la revista Politai.

Durante su disertación en el IIS reconoció otros dos factores externos determinantes para el desarrollo de las Ciencias Sociales: la estabilidad política y la situación económica de la región. Lo primero tiene que ver con los cambios de gobierno que muy a menudo operan profundas variantes en las políticas estatales, impidiendo así el fortalecimiento en las instituciones académicas. 

El otro punto aludido está en función de los recursos económicos. El sustento es un factor fundamental para que exista un desarrollo masivo de instituciones y se conforme un intercambio de posiciones, un diálogo entre pares, para la continua discusión de los estudios de la materia. 

“La economía tiene que ofrecer ciertos recursos para mantener, digamos, sustentar el trabajo de un número considerable de académicos, eso ha sido una ventaja de países como Estados Unidos, y generalmente ha sido una desventaja de América Latina”, acotó.

Esta es una condición sistemática por la cual se puede hacer poco a corto plazo. Se necesita una planeación a futuro para resarcir esas carencias. Sin embargo, Munck fue categórico al señalar que el desarrollo de la ciencia sólo es posible con base en el apoyo de recursos públicos, por un lado, y la autonomía para que el investigador decida sus objetos de estudio, por el otro. Situación que parece más bien, una contradicción.

La situación actual de Argentina es paradigmática en sentido inverso. Aunado a la crisis económica que vive el país, la nueva cabeza del Estado parece estar en sentido opuesto a aquella lógica. Apenas unos días después del fin del Congreso en el que Munck participó, miles de estudiantes argentinos salieron a las calles en protesta por el recorte del 70% al presupuesto de las universidades públicas.

Bajo las consignas “Estudia, no seas Milei”, “¿por qué tanto miedo a educar al pueblo?” Y enarbolando en sus manos la Constitución argentina y las obras de Jorge Luis Borges, las calles de Buenos Aires registraron una de las manifestaciones más nutridas en la era democrática del país.

De alguna forma, Gerardo Munck se adelantó a ese escenario con su análisis. Al respecto, dijo el conferencista: “Esto es un debate que se está teniendo en Argentina con el nuevo gobierno de [Javier] Milei, quien dice: ‘si ustedes quieren hacer ciencia vayan al sector privado’”. 

Siguiendo con el caso de su país, señaló que existe un tipo de apoyo estatal que busca la retribución de lo invertido. “A veces hay apoyo, pero solamente para las cosas que van a tener alguna utilidad económica de corto plazo. Las ciencias tienen que avanzar lidiando con ciertos temas básicos que a veces tienen implicaciones económicas, otras tecnológicas. Pero no se puede decir: ‘apoyo a la ciencia solamente si hay un fin claramente económico’”.

Otro ejemplo con sus particulares características es el de México. Nuestro país tiene un apoyo importante a pesar de los recortes a la ciencia del actual régimen. No obstante, de acuerdo con el observatorio de Munck, la academia ha perdido cierto grado de autonomía. 

“Lo que está pasando en México es que hay ciertos recortes al apoyo público dirigido a las investigaciones; pero también hay cierta injerencia política que pone en duda las condiciones institucionales para la investigación académica”.

En otros países de la región, con un Producto Interno Bruto (PIB) pequeño, las instituciones de educación superior y de investigación cuentan con mínimos recursos públicos y, en algunos casos, sin ellos. “Si uno tiene proyectos de largo horizonte como académico no se puede investigar bien en esas condiciones. ¿Qué se puede hacer acá? Yo creo que hay una obligación de los académicos en resistir los ataques a las universidades”.

El intelectual comprometido

Otra diferencia importante en el ambiente académico que los países latinoamericanos guardan con respecto a los países norteños, es la figura del intelectual comprometido. La historia política de constante crisis, de militancia, de responsabilidad con las causas sociales progresistas y la búsqueda de la democracia, construyeron al hombre de ideas convenido a determinadas luchas, sobre todo de izquierda.

“Para ofrecer una pequeña definición —apuntó Gerardo Munck—, un intelectual comprometido es alguien con vocación de contribuir a las discusiones de los problemas de una sociedad, o sea, no solamente escribir un paper, sino tratar de participar en los debates públicos por medio de conocimientos y críticas sociales”.

En los Estados Unidos esto es casi impensable. “Los politólogos nunca hablan de política”. En general la investigación obedece a un fin estrictamente académico. En este punto Munck encuentra una ventaja en Latinoamérica. Al investigar sobre problemas axiales de la sociedad con técnica y rigor, es muy acertado la contribución a los debates públicos, sin abandonar la vocación científica y sin involucrar la ideología en ello. 

“¿Qué es lo que debemos hacer? —se preguntó el politólogo en su reflexión— Contribuir ciertamente a los debates de nuestra sociedad nos interesa, pero desde el conocimiento específico que tenemos como científicos sociales. Como ciudadanos somos igual que cualquier otro; pero tenemos algunas ventajas: nos pasamos más tiempo pensando los problemas, tenemos el análisis, hemos visto los mejores datos. El académico tiene una responsabilidad social y yo creo que eso es importante asumirlo, pero tiene que contribuir desde la ciencia social, y con el conocimiento distintivo. Tiene lo que dije antes, conocimientos versus ideología”.

¿Está en crisis la democracia en América Latina?

En la actualidad, un aspecto clave dentro del campo de estudio de las Ciencias Sociales es la democracia. En el debate entre politólogos sobre el tema, de acuerdo con Gerardo Munck, gira en torno del papel que juega el poder ejecutivo como factor de peligro.

“Me parece interesante el momento cuando los presidentes son sumamente populares, en sus etapas iniciales, cuando empiezan con el apoyo popular a concentrar poder y después a colonizar distintas instituciones del Estado». Imagen: Agencia Shutterstock.

Distingue dos etapas en el que los mandatarios inciden en el proceso democrático. Análisis que se fundamenta en la observación de desarrollos de regímenes como el de Daniel Ortega en Nicaragua, Hugo Chávez primero y después Nicolás Maduro en Venezuela, o lo que está experimentando El Salvador con Nayib Bukele.

Si traemos a cuento el primer ejemplo del conferencista, tenemos a un personaje más bien gris, apocado, como lo identificaron sus compañeros guerrilleros en la lucha por derrocar a Anastasio Somoza a finales de los años setenta del siglo pasado. Con un perfil bajo, Daniel Ortega, sigilosamente primero se hizo del Frente Sandinista, después de Nicaragua entera.

Con ese objetivo se supo rodear de incondicionales, sedujo a la oposición tradicional y la convirtió en su partidaria. Encarceló a sus adversarios políticos; otros, fueron muertos en condiciones más que sospechosas. Apenas unos días después de que Munck se presentara en el IIS, fue el sexto aniversario de las protestas sociales en contra del régimen de Ortega. En aquel abril de 2018, gracias a los dispositivos de represión del gobierno, hubo heridos, muertos y el país centroamericano prácticamente se convirtió en cárcel.

El politólogo nicaragüense Manuel Orozco, en entrevista para El País, describe al régimen ortegeano como el de un “talibán tropicalizado”. Lo cierto es que hoy Daniel Ortega es el sandinismo y la encarnación de la Revolución. Y también es dueño de Nicaragua entera, donde la democracia casi ha fenecido.

Como si se refiriera particularmente al caso de Nicaragua, Gerardo Munck, dijo esto de los actores políticos ante el público del IIS: “Me parece interesante el momento cuando los presidentes son sumamente populares, en sus etapas iniciales, cuando empiezan con el apoyo popular a concentrar poder y después a colonizar distintas instituciones del Estado, particularmente las instituciones que tiene que ver, digamos, con las partes legales y las electorales. Hay un momento de auge con apoyo popular en que los presidentes van conquistando más poder”. 

“Hay un segundo momento cuando estos presidentes se debilitan por varias razones, y ahí es cuando empiezan a usar esos instrumentos que tienen, reprimiendo movimientos de protesta, entrando en la arena electoral, operando fraude para perpetuarse en el poder”.

La teoría de la bicicleta

“¿Está en crisis, la democracia en América Latina? Depende mucho como definimos crisis. Si uno dice crisis, es que una situación es insostenible y que va necesariamente a cambiar. No estoy seguro. Si las democracias son de baja calidad, hay un montón de problemas, uno puede hacer todo un listado; pero hay un equilibrio perverso, sub óptimo, más o menos estable. A veces hay predisposición en una dirección y después se vuelve eso como una tendencia más que una crisis que va a generar una respuesta en el corto plazo”, admitió el comparativista. 

Ilustró con la situación de El Salvador donde la desilución de sus ciudadanos le abrió la puerta a un líder populista de derecha. “Se ve la frustración de los ciudadanos. Eso abre la oportunidad para estar respondiendo a las necesidades. En el caso de los salvadoreños, no pueden ser complacientes, pero la situación más o menos está estable y va a aguantar con algunos problemas”.

Los populismos tanto de izquierda como de derecha son peligrosos para la democracia. Esto lo ha dejado en claro en sus artículos periodísticos. En concordancia de sus opiniones de lo que debe ser un intelectual comprometido, Munck se ha insertado en el debate público sobre lo que sucede en América Latina a través de su columna en El Clarín

En esas planas ha desarrollado la teoría de la bicicleta. Con base a ese planteamiento la democracia es el símil de una bicicleta que necesita un impulso motriz para moverse sin que caiga. “La democracia está en riesgo de quebrarse no sólo porque alguna fuerza contraria la trata de derrumbar sino porque antes, y tal vez más significativamente, ella misma perdió impulso y se cayó”, señaló el académico.

Ante los líderes que desequilibran a la democracia, se necesita el surgimiento de políticos de alta calidad que, trabajando en equipo, impulsen el avance democrático de las naciones. En esa línea abundó: “Me parece que hay una tendencia a pensar algo estáticamente a la democracia. Si el estatus quo se mantienen, si las cosas no cambian, la democracia aguanta, va a seguir, va a perdurar. Pero la bicicleta tiene que moverse hacia adelante para mantener un equilibrio. ¿Qué quiere decir eso? Que se tienen que estar resolviendo los problemas que hay en la democracia. Hay una urgencia de pensar, de lidiar con los problemas para mantener la democracia. No hay que pensar en la actividad como algo estático, sino dinámico. Por ejemplo, hay que estar pensando en cuáles son reformas más viables, factibles que se necesitan”.

Gerardo Munck recorriendo la Feria del Libro en Ciencias Sociales. Foto: Octavio Olvera.

Terminada su conferencia, Gerardo Munck, recorrió los pasillos de la Feria del Libro en Ciencias Sociales que se había montado al exterior del IIS. Con atención revisó los títulos. Compró algunos libros. Dialogó con las personas que se le acercaron para intercambiar ideas. “El comparativista es diferente al que estudia solamente a una sociedad”. Los libros, las charlas con otros académicos, le permiten ver los fenómenos sociales desde otra perspectiva, analizar, por ejemplo, el caso de Venezuela desde la situación de México y cuando esté en aquel país, ver a nuestro país. Es parte de la responsabilidad social de un académico. “Lo que hacemos es una responsabilidad social. “La sociedad nos mantiene, nos deja vivir como vivimos, hay una responsabilidad de pensar en los problemas y generar conocimientos, compartir conocimientos con esas sociedades”.

Te puede interesar también
LA FRUSTRACIÓN

La Fiesta del Libro y la Rosa 2023, en Michoacán

Alimentación y hambre: dos conceptos contrapuestos y complementarios

Compartir en:

SIGUENOS EN REDES SOCIALES